EDITORIAL: La maldita pandemia
Ya llevamos más de un año de pandemia…
¿Quién no se ha parado a pensar como nos está afectando en nuestra salud mental el dichoso COVID 19?
Una palabra que entró en nuestro vocabulario y ha venido para quedarse. Desde luego nunca la olvidaremos, la tendremos grabada en fuego por todas las circunstancias que estamos pasando.
Tan así es, que a veces tenemos temores sobre los impactos que puedan ocasionar en nuestra salud: preocupaciones por nuestras familias, aislamientos, problemas económicos, duelos no resueltos y la gran incertidumbre que está causando en todos nosotros. Que se traduce en una angustia permanente, la cual nos puede producir casos de trastornos de depresión, ansiedad, etc.
En nuestro colectivo dadas las distintas actividades que realizamos, se tiene mucho miedo de llevar el virus a casa.
Quién no ha tenido algún afectado por el coronavirus? En su propia persona, sus familiares, sus amigos, sus compañeros, sus vecinos, etc.
La cuarentena está provocando que muchas personas se queden sin trabajo. Esta situación ha producido que se agraven aún más las desigualdades sociales y la pobreza.
Las personas con trastornos de salud mental previos tienen un riesgo importante de recaídas. Los niños y adolescentes, que están acostumbrados a salir a la calle, también pueden tener altas tasas de depresión y ansiedad. Durante los periodos de confinamiento estamos pasando muchas horas encerrados en casa. Esto puede ocasionar que haya personas que ahora se niegan a salir a la calle.
Esta circunstancia implica el miedo a contactar con otras personas fuera del hogar, el temor a realizar actividades que antes eran cotidianas como trabajar fuera de casa, viajar en transporte público, relacionarnos con otras personas conocidas, por ende, hacer nuevas amistades.
No tener ningún contacto físico o cercano con otra persona de forma presencial puede haber creado una forma de rechazo a lo que ahora es excepcional para ellas: el contacto con los demás.
Para superar este miedo, hay que empezar a salir de forma gradual y aprender a reconocer las necesidades de cada uno. También hay que seguir todos los protocolos de seguridad: las pautas de distanciamiento social, lavarnos las manos frecuentemente, cumplir los horarios, usar mascarilla, ventilar… de manera que tengamos mayor sensación de seguridad.
Todos somos iguales… Personas con nuestros sentimientos, que debemos de ser fuertes y empáticos para superarlo.
Fernando Martinez Míra
Responsable de Información


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